21.3.11

Falsa

Solitaria hoja
Vuela y juega en el espacio
Sobre el viento invisible

27.7.10

uterus

Despues de deslizar el frio cabezal sobre la caliente piel 

se escuchó:
"It´s a girl"

"Es una niña", tradujo.

Y el corazón se aceleró con un latido en esperanto.

25.6.10

Leyendas falsas I: El fin de las horas obscuras


Antes de que las tierras se separaran, los cielos solo mostraban un sol y al ocultarse reinaba toda calma. No existían lunas o estrellas, con la salida del sol, llegaban solo horas obscuras.
Una sola fogata era suficiente para iluminar cada poblado, y era colocada sobre una torre ubicada en cada plaza central. Quienes se encargaban de esta tarea, eran denominados "ilargis" , únicos veladores del fuego y las horas oscuras. Los illargis salían de sus casas en el ocaso, cenaban con algún amigo o casa que les ofrecía alimento, y estaban puntuales en la torre para iniciar su vigilia y fuego. 

Ilargi era un título nobiliario que pocos sostenían, de ellos dependía la seguridad de un pueblo durante las horas oscuras: ellos vigilaban y daban aviso si alguien salía durante estas horas, sospechoso de brujería, hechizo o posible ladrón, si otro fuego se acercaba, ya que podía ser alguno de los salvajes nómadas que acostumbraban atacar por la noche, o la llegada urgente de algún un pueblo cercano. Sin la luz artificial, imposible era andar en las horas oscuras. 

Cuenta la leyenda que en los bosques del norte, a las faldas de los primeros volcanes dormidos estaba una viejo pueblo donde nacieron los primeros ilargis, sus herederos mantenían su pureza y sus cuerpos reflejaban su oficio: su piel era blanca pero brillante, como el más fino marfil, y sus ojos eran ligeramente más grandes y profundos, lo que les permitía ver un poco más en la oscuridad. 

Nika, ilargí actual de la aldea, era una de las más bellas que el mundo vio, cuidaba a su pueblo sin descanso y su belleza era tal que nadie del pueblo podía evitar voltear a ver al centro de la plaza por lo menos una vez antes de ir a dormir, solo para admirar su belleza. 

Cuando llego el tiempo de Nika para escoger futuro esposo; la aldea se convirtió en sede de grandes caballeros y guerreros que luchaban por el amor de Nika, quien la desposará, sería simplemente el ser más cercano a la perfección sobre la tierra. Durante el día unos contra otros peleaban por el amor de Nika, y a la llegada del ocaso, los vencedores tenían la oportunidad de ofrecer sus mejores versos y regalos, hasta que el sol se ocultase, pues era señal de dejar la plaza para dejarla continuar su trabajo. 

Varios fuegos pasaron, y Nika no encontraba regocijó con caballero alguno, algunas noches contemplaba fuegos lejanos de otros ilargís , preguntándose si ellos habrían encontrado rápido al ser amado. Un pequeño centelleo entre un pueblo y otro distrajo su atención, apenas un pulso de luz que apareció en un pueblo. Una luz que nunca vio centelló un momento y desapareció. 

Fuegos después, en la aldea hablaban de una ladrona, Noite, que provenía del sur, y pertenecía a una extraña casta de ladrones que sabían el secreto de andar en las horas oscuras y decían que durante el día andaban ocultos cubiertos de cabeza a pies. Solo el que era robado conocía lo que ocultaban esas mantas: algunos preferían callar, otros dijeron haber visto a una mujer quizá tan bella como Nika, rodeada de los mejores cristales y diamantes, el que era despojado, tenía el privilegio de ver en qué lugar iba a ser colgada la joya robada, y decían que bien valía perder la fortuna a cambio de la contemplación de esa incomparable belleza, a pesar de las horas oscuras, al abrir su capa en dirección a un fuego reflejaba la luz necesaria para verla a ella centellear entre joyas, decían que su piel era oscura y poseía el cuerpo de las antiguas tribus de los desiertos del sur: fuerte y perfecto.

Ningún ilargi había logrado capturarla, pues la ladrona cerraba rápidamente su capa y huía escondía en las horas oscuras, mientras que su víctima estaba completamente distraída por sus ojos.Nika escuchaba atenta los rumores, y mientras algún pretendiente recitaba sus versos ella más bien pensaba en el peligro de que Noite entrara a la aldea. 

Un destello en cada pueblo veía, era verdad, Noite andaba en las horas oscuras y solo entre ellas robaba. El fuego pasado estuvo tranquilo sin destellos, y Nika solo se preguntaba cómo iba a descubrirla antes de que robara.
En un ocaso, entre los hombres de la plaza que hacían turno para demostrarle su amor a Nika, creyó ver a alguien encapuchado de pies a cabeza, pero al volver a buscarle no lo encontró por ningún lado.

Noite estaba en la aldea.

¿Lo había imaginado? ¿era el deseo de conocer a un ladrona que había logrado burlar a otros de su casta? Nika prendió el fuego con dudas, y sin tener opción decidió hacer paciente su guardia, durante las horas oscuras, volvió a ver el destello a las afueras de la ciudad, solo que ahora este era un poco más pequeño…
Sin dudarlo siguió la luz brillante, y vio que era ella, Noite, que sostenía un pequeño y hermoso disco de plata en la mano derecha, su cuerpo seguía cubierto para evitar despertar a algún curioso. Sabía que la única que se percataría de ese destello era Nika.
-Busco y robo el tesoro más preciado de cada aldea, y por lo que veo lo único valioso que aquí tienen eres tu - dijo Noite sin rodeos,
-admiro tu valentía ladrona, presenta tu cara si quieres hablar conmigo, respondió altanera Nika

Noite descubrió su cara y sus miradas se encontraron ligeramente iluminadas por el fuego. Alquimia pura fue el encuentro de dos hermosos ojos, ni una ni otra conocía mayor belleza que su propia tez, y de pronto en amor cayeron.
Cegada por su belleza, Noite aceptaba el destino de Nika como ilargi, y daba fin a su vida como ladrona, Nika daría ese ocaso anuncio y fin a la búsqueda de un ser amado. Durante las siguientes horas oscuras, se siguieron conociendo íntimamente, protegidas en la capa oscura de noite.
Llego el sol, pasó y en el ocaso apareció Noite en la torre junto a Nika, todo el pueblo sorprendido empezó a rumorar que la gran ilargi Nika había capturado por fin a Noite. El pueblo, los guerreros y caballeros se juntaron alrededor de la torre. Para esperar el mensaje de Nika

Nika brevemente explicó el orden de los acontecimientos, y determinó las condiciones con las que Noite formaría parte de la aldea, la cual acepto de buena gana, pues pensaba que era mejor que fueran dos guerreras quien los cuidara durante las horas oscuras. El ocaso estaba terminando y Nika apenada agradecía las demostraciones genuinas de caballeros y guerreros, pero la decisión ya se había tomado, así que podían regresar a sus poblados, algunos tristes agachaban la mirada, otros tantos resignados escucharon. Y varios furiosos maldijeron a Noite, uno de ellos, el arquero más joven, había llegado ese día de muchas pueblos atrás y no podía creer lo que sus oídos escuchaban… estaba seguro de ser el único y adecuado para Nika, y ni siquiera le dio la oportunidad de conocerlo.
El ocaso terminó, y Nika empezaba a encender el fuego de para las horas oscuras, cuando de pronto el arquero en un ataque de furia dirigió su flechas hacia ella… entre gritos el pueblo le advirtió, pero el viaje era certero y Nika estaba atendiendo su tarea, Noite entonces se cruzó en el camino de la flecha y cubrió a nika con su manto.
Todo el pueblo fue cegado por el gran brillo del manto tan cercano al fuego, y el arquero logro enviar una segunda flecha. Nika sin entender solo veía a Noite y su manto sobre ella, y pronto sintió la segunda flecha que había atravesado el manto.
El pueblo había perdido a su ilargi, y ahora debía cuidarse solo. 

El siguiente fuego no se prendió, y una tribu nómada aprovechó la desgracia para robar al pueblo. Los guerreros que intentaron cuidar la aldea eran inútiles en las horas oscuras, y poco a poco la aldea entro en desgracia, los otros ilargis no podían descuidar a sus aldeas, y el pueblo que alguna vez tuvo a la mejor y más bella, ahora era temeroso y víctima de rapaces tribus nómadas. 

Cuenta la leyenda que después de 28 días, un gran disco color plata apareció sobre la aldea, iluminándola. El pueblo no salió, temeroso de que fuera algún otro saqueador, pero fueron las primeras horas no obscuras tranquilas. El disco se oculto con la llegada del sol como un ilargi, y al final del ocaso, volvió a aparecer, pero ahora acompañada de puntos centelleantes, casi todos como zafiros, aunque también otros diamantes y rubíes que iluminaban las horas –ya no mas obscuras-. Curiosos, todos salieron y pronto entendieron que eran Noite y Nika que regresaban a cuidarlos. 

Asi nació entonces la noite, con su manto lleno de piedras preciosas, y Nika, con su belleza plateada que continuaba iluminando lo que ya nunca más se conocerían como horas obscuras.