26.11.09

Zapato de tacón

Laura, Quédate aquí, dijo su madre con voz entrecortada.


Ooootravez… pensó Laura, y era la terceracuartaquinta vez que la encerraban en el cuarto, pero mejor, preferiría estar en el cuarto de mamá que ver el intercambio de gritos con Miguel.
Cállate!, ¡Te odio!... ¡Basta! Gritos y ruidos, se rompe otro vaso, Laura estaba a salvo, pero a su corazón le dolía el ruido.

Y como siempre, se fue al vestidor, único escondite efectivo en el cuarto de mamá, entre sus vestidos, lo más bonitos, y sus zapatos de tacón.

Mamá decía que sólo las niñas grandes podían usarlos, pero mamá no se había dado cuenta que ella mayor… era la oportunidad de probarlos.

Los negros, sus favoritos, brillantes, de princesa y con un tacón fino de aguja, tan grande como su mano, le quedaban grandes, pero no muy grandes.

Listo. Y con la cautela del que usa patines por primera vez, se levantó.

Sin soltarse, dio un paso, clac, y sus dedos se hundieron en la punta, dolía, pero quizá eso iba a pasar, si las niñas grandes se aguantan, ella también.

Clac, segundo paso, no entendía por qué seguía doliendo, y en vez de seguir pensando, decidió dar el tercer paso, mas apurado.

Al tiempo que levantó el pie derecho, su tobillo izquierdo flaqueo, y cayó.

Aaauuuuch…. Tiró unos vestidos, su tobillo se torció, pero llorar era en vano… el ruido de la caída era insignificante comparado con la batalla que sucedía fuera de la habitación.

Cojeando se fue a la cama, se sentó, y mientras acariciaba su tobillo para aminorar el dolor, no entendía como la gente grande tenia cosas que dolían, solo por que se veían bien.

Como los zapatos de tacón, como Miguel.

24.11.09

Yeyekoslistli (Aviso Parroquial)

Crónicas lleva poquito más de un año, mi primera experiencia como blogger, y con gusto veo que ha llegado a un concepto más maduro, especifico.

Recipiente perfecto para mis primeros escritos, (además de Repollo y atún, gran experiencia colectiva) Crónicas seguirá con minificción y relatos, y otras lineas literarias que poco a poco voy aprendiendo, intentando, y compartiendo con todos ustedes.

Videos, fotos, imagenes, citas citables, opiniones, ideas locas y lo que sea fuera de esta linea, estará aca:

(Idea, en nahuatl) 



Un poco mas personal y con la misma intención de crónicas: compartir con ustedes. 


Gracias a todos por darse un tiempo para leerme. 



22.11.09

Zapato de tacón (I)


¿Que importa lo que diga la gente? A mi me gusta. 
Se repetía mientras calzaba sus zapatos de tacón.
Que si tengo sobrepeso, que si no combina con la bolsa, que si el vestido... ash...

Tap,Tap,Tap,
Si. Me gusta.
Pensó, mientras se miraba en el espejo.
Y Fue el primer día, que Oscar salió al mundo con tacones.

15.11.09

¡Combate!

Llegue a los vestidores a cambiarme, es el torneo regional de Taekwondo y hoy tocaban las semifinales.
Buenos días le dije a mí único compañero de vestidor, haciendo obligatorio las muestras de cordialidad entre dos Taekwondoines: empezar a platicar y ayudar a poner el peto de protección cuando fuera necesario. Resulto ser de Guanajuato, Salvatierra, especifico, y como siempre que escucho ese nombre, respondo como perrito de Pavlov: de ahí es mi abuela.

Devolvió el gesto ayudándome con mi peto y salimos a calentar, el auditorio tenía ese ambiente tenso de todos los combates: era una nave dividida por pequeños cuadros establecidos para que dos humanos se golpearan, escenarios para uno de los mejores actos de agresión civilizada. En las paredes retumbaban los golpes de los que empezaban a practicar sus mejores patadas, y de repente se escuchaban los gritos de un entrenador o de un equipo.

Indiferentes, seguimos charlando, seguíamos platicando del horrendo hotel en el que nos enfundaron y si habíamos sido lo suficientemente valientes como para tocar el desayuno. Empezamos a ayudarnos a estirar y ya éramos compañeros de torneo.

De pronto, el grito de mi entrenador, me despedí deseándole suerte, debía regresar a supervisar y apoyar a mi equipo.

Pasaron horas, llego mi turno.

Entre al cuadro de combate, de pronto un cuadro de cuatro por cuatro se convierte en el ombligo del mundo, delimitado por una línea marcada en el piso, y rodeada de espectadores dispuestos a ver tu desempeño contra otro.

Suspiré hondo, intentando sentir y respirar la adrenalina que nace en cuanto te llaman a presentarte. La mirada fija en otro punto, pues no quieres prestarle atención a tu contrincante, no hasta que den el grito de listos, y alces la mirada para que con un grito y una mirada fija, amenazante, para dejar bien claro que tú vas a ganar.

Ojos arriba, y mientras gritaba, me di cuenta que lo conocía, era mi reciente compañero de Guanajuato, pero ya no estábamos ahí para conversar.

Ambos en guardia, la espera del primer ataque.

¿Cómo vas? Fue mi patada a su cabeza y un grito animal, que respondió con un todo bien, gracias con otra patada a mi peto, nuestras miradas fijas seguían esta conversación corporal, piernas y brazos charlaban con toda la intención de dañar al otro.

¡Carlos! ¡Carlos! Escuché, mi padre y amigos gritaban mi nombre, el coach indicaciones, extrañamente, otras personas también lo gritaban y no es que no me gustara la fama, pero nunca había recibido apoyo de desconocidos, y mucho menos esperaba recibirlo de otras escuelas. 

¡Acércate Carlos! – grito mi coach
¡Carlos aléjate! –grito el coach contrario.

Nuestra mirada por un segundo se relajo ¿Quién dijo que?, las ordenes no eran claras y se esbozo una sonrisa.
Carlos contra Carlos.

Mucho gusto, no había mejor manera de presentarnos.

Siguió el combate, disfrutando los gritos ajenos como propios, y continuando el intercambio de golpes en una conversación corporal de puños y patadas que no acepta tintes políticamente correctos.

Al final del combate, el juez se acerco, levantando la mano de Carlos.